Milei en el Congreso: "VAMOS A CAMBIAR LA HISTORIA DEL PAIS"

“Este Presupuesto va a cambiar la historia del país”, dijo Milei en el inicio de su mensaje, cuando también aseguró que su idea es “ponerle un cepo al estado”.

NACIONALES15 de septiembre de 2024El Expreso de JujuyEl Expreso de Jujuy
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El mandatario eligió presentar personalmente el plan de recaudación y gastos para el próximo año con la banda y el bastón de mando.

“Vengo a proponer un proyecto de Presupuesto distinto, el más radicalmente distinto”, subrayó Milei, y expresó que la “piedra basal” del proyecto es el “déficit cero”.

El mandatario nacional anticipó que vetará “todo” lo que salga del Congreso y que vaya en contra de su cálculo de gastos.

En tanto, sostuvo que "gestionar no es designar miles de funcionarios en todos los rincones del Estado cuando todas esas áreas no deberían existir, ni hacer rutas que no conducen a ningún lado, ni viviendas hacinadas que nadie quiere, ni usar el GDE como decía el candidato (Sergio) Massa".   

"Gestionar es desactivar la bomba que heredamos, haber echado 31 mil ñoquis del Estado, haber eliminado los piquetes y reducido el 71% los homicidios en Rosario", destacó el Presidente, y consideró que "gestionar es achicar el Estado para engrandecer a la sociedad". 

Milei apuntó contra el bloque de Unión por la Patria y acusó a sus integrantes de forma irónica de "sumar con dificultad".

"Ahora, los invito a despejar la X conmigo. Ustedes pueden abstenerse porque suman con dificultad", aseguró Milei con una sonrisa y mirando a los diputados de la oposición.

Discurso completo

El discurso completo de Javier Milei durante la presentación del Presupuesto 2025 por cadena nacional.


Buenas noches.

Hoy estamos aquí para presentar un proyecto de Presupuesto Nacional que va a cambiar para siempre la histptia d nuestro país, de manera que podamos volver a ser la Argentina grande que un avez fuimos. Despues de años donde la clase política vivió poniendo cepo a las libertades infividuales, hoy vinimos aquí a ponerle un cepo al estado. Este proyecto de presupuesto que estamos presentando hoy aquí tiene una metodología que blinda el equilibrió fiscal sin importar cual sea el escenario económico. Esto significa que, independientemente, con lo que ocurra en la economía a nivel macro, el resultado fiscal del sector público nacional estará equilibrado.

Este blindaje fiscal abre una nueva página en nuestra historia, hasta ahora desconocida. A partir de ahora, la Argentina será solvente con la consecuente baja del riesgo país, de la tasa de interés y, en conecuencia, el aumento de la inversión, productividad, salario real y, en definitiva, la caida de la pobreza y de la indigencia.

De hecho, no puedo dejar de mencionar que estamos hoy aquí, en la misma casa donde en el año 2001 fue declarado y aplaudido, durante la dirigencia de Adolfo Roduiguez Sá, a casa llena y en medio de enorme algarabía, el default de la Argentina. Ese default que fue festejado y aplaudido de pie por la totalidad de la clase dirigente, sería el comienzo de un ciclo populista que ha destuido la Argentina.

Algunos se preguntan por qué estoy aquí esta noche, si en general, quien suele presentar el Presupuesto nacional que el Poder Ejecutivo le propone al congreso, es el ministro de Economía.

Decidí hacerlo personalmente por 2 razones:

Primero, porque soy economista, además estoy orgulloso de eso, el primer presidente economista de la historia, para ser más preciso y como soy economista, probablemente por deformación profesional, para mí el destino de un pueblo se juega en las definiciones económicas que toma. Porque solo sobre la base de una economía sana las personas pueden ejercer verdaderamente su libertad.

Bueno: la primera y primordial de esas definiciones, es acerca de qué se tiene que ocupar el Estado, y cómo va a usar el dinero de los contribuyentes. Eso, ni más ni menos, es el Presupuesto nacional.

Recordemos que, en algún sentido, la democracia moderna como la conocemos hoy, es hija de una revolución que se gestó bajo el principio de que no puede haber tributación sin representación. La tarea principal de esta casa, para lo que fue pensada, es establecer un Presupuesto nacional para definir qué hace el Estado con el dinero de los contribuyentes.

La segunda razón, por la cual me estoy presentando hoy aquí, es porque vengo a proponer un proyecto de Presupuesto diametralmente distinto a lo que nos tienen acostumbrados.

No sólo distinto, sino el más radicalmente distinto de este siglo y he aprendido de primera mano que a más profundo el cambio, mayor tiene que ser el esfuerzo empeñado para pelear por él.

Por eso estamos aquí hoy; porque el Presupuesto nacional no es sólo una ley más: es la ley de leyes. Es la hoja de ruta bajo la cual ordenaremos las prioridades de nuestra gestión en la presente hora nacional.

¿Por qué déficit cero?
La piedra basal de este Presupuesto es la primera verdad de la macroeconomía, una verdad que durante muchos años ha sido relegada en Argentina: el déficit cero.

Lo primero que hay que entender es que cuando los gobiernos quieren gastar, y gastar compulsivamente, y no les da el margen para seguir subiendo impuestos, como ocurre en Argentina, la única forma de pagar la cuenta es pidiendo plata prestada o imprimiéndola en el Banco Central.

Dicho de otro modo: el déficit sólo se cubre con deuda, con más impuestos, o con emisión.

En Argentina, más impuestos no puede haber. Es el país con mayor cantidad de impuestos del mundo, y si a eso le sumamos que el 50% de la actividad económica es informal; la presión impositiva en argentina ronda el 60%. Un verdadero disparate para un país que necesita desesperadamente acumular capital.

Una vez descartada la posibilidad de subir impuestos, la otra forma de solventar el deficit es con deuda: es decir, cargándole a las generaciones futuras, el despilfarro de hoy que no es otra cosa que entregar en el altar del populismo la vida de nuestros jóvenes.

Pero Argentina, producto de ser el mayor defaulteador serial del mundo, no tiene acceso al crédito, lo que inhabilita cualquier tipo de endeudamiento aún si fuera deseable, que no lo es.

Y cuando esa alternativa se agota, el déficit se paga imprimiendo pesos, que es robarle a todos los argentinos mediante el señoreaje.

Para que tomen dimensión de la estafa que hemos vivido, la política le ha robado a los argentinos cerca de US25.000.000 por año en señoreaje los últimos 20 años.

Y digo robado, no como eufemismo, sino en sentido literal. porque cuantos más se emite, cada peso que un argentino tiene en su bolsillo vale menos. con el doloroso agregado de que la inflación, que es consecuencia directa de la emisión monetaria, golpea entre 25 y 30 veces más a los que menos tienen.

Para poner en perspectiva nuestro pasado reciente: en Argentina la última vez que se cerró un año fiscal con superávit fue hace 14 años, y se logró solo por estar en default.

Desde el 2014 en adelante, los gobiernos perdieron todo tipo de pudor y ya directamente vienen presentando presupuestos con déficit fiscal.

Al principio era “pan para hoy, hambre para mañana”. Hoy, en 2024, sin capacidad de tomar deuda, con una presión impositiva descontrolada, y con una inflación interanual arriba del 200%, el pan se terminó y todos los argentinos estamos sufriendo las últimas consecuencias del chamanismo económico de los últimos gobiernos.

Esto sin embargo, no es una novedad.

En la Argentina tuvimos déficit fiscal 113 de los últimos 123 años. Y esos diez años que no tuvimos déficit, fue porque ya había saltado todo por los aires y estábamos en default.

Quiere decir que prácticamente el 100% de nuestra historia moderna los gobiernos incumplieron esta verdad básica de la economía, y le pasaron la factura al común de los argentinos una y otra vez.

También quiere decir que este será el primer año de superávit fiscal sin entrar en default de toda la historia argentina. Vaya si no hay gestión.

No es casualidad, por eso, que seamos el máximo defaulteador de la historia moderna, si hemos vivido un siglo tomando deuda que no podemos pagar.

No es casualidad que hayamos tenido una inflación promedio superior al 50% interanual durante el último siglo, habiendo terminado el año 2023 con la inflación interanual más alta del mundo, por encima de Venezuela y el Líbano.

No es casualidad, tampoco, que en los últimos 120 años, hayamos pasado de tener el PBI per cápita más alto del mundo, a ser un país donde el 60% de la población es pobre.

El huevo de la serpiente de todos los problemas económicos argentinos, de todos, que es el deficit fiscal, es la única constante a lo largo de nuestra historia.

Porque la deuda es producto del déficit. La emisión monetaria es producto del déficit. La inflación es producto del déficit. La destrucción del capital es producto del déficit. La pobreza misma es producto del déficit.

¿Por qué la política necesita del déficit?
Se preguntarán, entonces, a quién le puede servir semejante modelo. Bueno, ¿Saben cuál es la madre del déficit? ¿La razón por la cual hay déficit?

La compulsión inagotable de los políticos por el gasto público, que no conoce restricción presupuestaria alguna. Porque es sólo gastando plata que no es suya que pueden hacer negocios para ellos, sus clientes y sus amigos.

Ya Milton Friedman decía que no hay peor forma de gastar que el gasto estatal. porque hay cuatro maneras de gastar dinero: gastar el dinero propio en uno mismo; gastar el dinero propio en terceros; gastar el dinero ajeno en uno; o gastar el dinero ajeno en terceros. y como uno no conoce las preferencias ajenas, ni es responsable del dinero ajeno, porque no sabe cuánto

Costó conseguirlo. La peor forma de gastar dinero es gastar el dinero de otros en otros, que es precisamente el gasto del Estado.

Hay algo que tiene que quedar claro de una vez y para siempre: no hay nada, pero nada, más empobrecedor para el común de los argentinos que el déficit fiscal.

Y no hay nada, pero nada, que enriquezca más a los políticos que el déficit fiscal.

Este es el triste papel que el gasto público juega en el modelo de la casta. La política ha adornado este modelo con buenas intenciones y marcos teóricos rimbombantes. Por años los hemos escuchado hablar de la justicia social, que no sólo no es justa, sino que es extremadamente violenta.

Porque la justicia social implica sacarle a unos para darle a otros basada en un principio inconsistente que dice que donde hay una necesidad nace un derecho.

Pero el problema, estimados, es que las necesidades son infinitas y los recursos son finitos.

Por eso, cuando el político pide más, y más, y más gasto, para repartir plata que no hay, en realidad lo que está haciendo es estafando al pueblo argentino.

Está jugando con el futuro de todos para anotarse un par de puntitos políticos con algún discurso bienpensante en el camino.

Porque el político sabe perfectamente que cuando aumenta el gasto público le está poniendo plata en un bolsillo a la gente, para sacarle el doble por el otro.

Por esto vetamos el proyecto de aumento del gasto público que sancionó este Congreso y por eso vetaremos todos los proyectos que atenten contra el equilibrio fiscal.

Porque no vamos a ser cómplices de estafar al pueblo argentino para adoptar una medida populista.

El único contexto en el que aceptaremos discutir el aumento de un gasto es cuando el pedido venga con una expresa explicación de qué partida hay que reducir para cubrirlo.

Esto, que debería ser una verdad de perogrullo, parece un sacrilegio dicho en esta casa, lugar de donde han salido la totalidad de las medidas populistas que han arruinado este país.

Lo paradójico es que siempre salen con enorme apoyo. Porque es una regla tácita de la política argentina, que cuanto más votos tiene un proyecto en el Congreso, peor es para la sociedad. Así lo han vuelto a demotrar en esta casa en las últimas semanas.

Porque ellos tienen algo muy claro, que pesa más que cualquier perjuicio que le puedan infringir a la sociedad. Saben que si se termina el déficit, a muchos se les termina el negocio.

Historia presupuestaria argentina
Lamentablemente esta compulsión por el gasto que tienen los políticos ha sido una constante durante el último siglo argentino...

Desde 1901 hasta la fecha hubo 22 crisis económicas en la argentina. 20 de esas 22 se caracterizaron por un déficit fiscal o alto, o directamente extravagante.

Detengámonos a recordar cómo era el cuadro fiscal previo a las crisis que recordamos con más angustia.

En la previa al “Rodrigazo” el déficit fiscal era de 14 puntos del pbi. acercándonos a la crisis de 1981 y 1982, 11 puntos.

Antes de que se desencadenara la hiperinflación de 1989, el Estado nacional cargaba con 8 puntos de déficit. y detrás de uno de nuestros últimos traumas nacionales, la crisis de la convertibilidad del 2001 y 2002, teníamos también un déficit de 7 puntos del PBI.

En este recorrido se ve un claro patrón, además de la persistencia de los políticos por gastar la plata que no tenemos; cada vez el país tiene una menor tolerancia a la distorsión fiscal. cada vez las crisis estallan con menos déficit.

Y se preguntarán, ¿por qué ocurre esto?

Ocurre porque habiendo abusado de todos los mecanismos de financiacion del deficit que existen, tanto los argentinos como los mercados cada vez nos dan menos crédito.

Esto quiere decir que cuando abordamos el cuadro de situación heredado, no estamos hablando únicamente del “massazo” del 2023, sino del efecto acumulado de un siglo entero de crisis recurrentes.

También quiere decir que si no lo solucionamos ahora, si no damos esta pelea de una vez y para siempre, la solución será cada vez más cuesta arriba, y pronto se convertirá en una tarea imposible.

Bueno, en política, en economía y en la vida misma, uno no elige con qué cartas jugar. Uno juega con las que le tocan.

Los tontos ignoran la realidad, los necios la niegan, los que apuestan al éxito, la aceptan. Y la mano que nos tocó a nosotros no fue, ni más ni menos, que la peor herencia de la historia democrática, tanto en materia fiscal como en múltiples dimensiones de la vida social argentina.

Heredamos un déficit consolidado de 15 puntos del PBI, de los cuales 5 puntos pertenecían al Tesoro y 10 al Banco Central. Más que en cualquiera de estas crisis que acabo de mencionar. pero algunos que dicen ser economistas, que viven de olvidarse cosas a propósito, salen todos los días en televisión haciendo de cuenta que vivíamos en Suiza.

Para ponerlo en números palpables: ajustar el déficit de quince puntos del PBI implicó que hiciéramos un recorte del gasto de alrededor de US$90.000.000.000 que no es otra cosa que decir que les estamos devolviendo a los argentinos esos US$90.000.000.000.

O sea: no exageramos cuando decimos que hemos hecho el ajuste más grande de la historia de la humanidad.

Por eso no me deja de llamar la atención que dirigentes de todos los colores y banderas nos acusen tan seguido de no tener gestión. Ellos yo les digo: ¿saben qué?

Gestionar no es designar miles de funcionarios en todos los rincones del Estado, cuando la mitad de esas áreas no debería existir.
Gestionar no es que un director nacional firme una resolución para gastar millones de pesos en servicios que el sector privado puede proveer mejor y más barato.
Gestionar no es hacer rutas que no conducen a ningún lado; ni viviendas hacinadas que nadie quiere.
Gestionar no es saber usar bien el GDE, como decía el excandidato Massa.
Gestionar es haber evitado la hiperinflacion que nos dejaron en puerta y haberla bajado al 4% mensual.
Gestionar es sanear el balance del Banco Central y desactivar la bomba de deuda que heredamos.
Gestionar es reducir el gasto público de la manera que lo hicimos, en el tiempo récord que lo hicimos.
Gestionar es haber aprobado la reforma legislativa más ambiciosa de los últimos 40 años con 37 diputados y 6 senadores.
Gestionar es echar los 31.000 ñoquis que hemos echado en estos primeros nueve meses.
Gestionar es aprobar la boleta única de papel, una bandera de aquellos que hablan de transparencia pero que poco han hecho por ella.
Gestionar es eliminar los intermediarios que lucraban con la pobreza que inventó la ministra Carolina Stanley.
Gestionar es haber eliminado los piquetes y llevar más de cuatro meses sin cortes de calle en el amba o haber reducido el 75% de los homicidios en Rosario.
Gestionar es remover las infinitas regulaciones que hay en todos los sectores de la economía, para facilitarle la vida a los que emprenden y trabajan.
Gestionar es recuperar la confianza del sector privado y que inviertan más de US$50.000.000.000, como han anunciado.
En definitiva: gestionar no es “administrar el Estado”. gestionar es achicar al estado, para engrandecer a la sociedad.

Estamos resolviendo en 1 año el desastre que nuestros predecesores, por acción u omisión, generaron durante más de 20 años.

Así que cuando los responsables del fracaso nos acusan de no tener gestión, lo llevamos en el pecho con orgullo.

La metodología
Sin embargo, el gigante desafío persiste y ahora tenemos que hacer valer el titánico esfuerzo hecho por todos los argentinos y darle sostenibilidad para el futuro.

Por eso, hemos decidido que parte de nuestro legado sea cambiar para siempre la metodología a través de la cual se elabora el Presupuesto.

El déficit siempre fue consecuencia de pensar primero cuánto gastar y después ver cómo conseguirlo. Nosotros vamos a hacerlo al revés, pensando primero cuánto tenemos que ahorrar, para después ver cuánto podemos gastar.

Por eso estamos proponiendo una regla fiscal inquebrantable. Para este presupuesto y para todos los presupuestos que vengan de acá en adelante.

Los invito a volver por un minuto a despejar la “x” conmigo para entender de qué se trata.

La primera premisa de la que partimos es que el superávit primario tiene que equivaler o exceder obligatoriamente al monto de los intereses de deuda a pagar.

De modo que, si el superávit primario es el resultado de netear los ingresos con los gastos corrientes y de capital, el gasto primario tendrá que ser igual o menor a los ingresos menos el superávit primario.

Es decir, el nivel de gasto a erogar estará condicionado por el nivel de superávit primario a conseguir, que a su vez estará condicionado por el monto de la deuda a pagar.

Ahora, detengámonos un segundo en el gasto.

El gasto corriente está compuesto de la suma del gasto automático, ilegalmente indexado por ley, y el gasto discrecional.

El gasto automático es el componente de gasto que está indexado a la inflación y otras variables. El gasto discrecional no está indexado, o sea que no importa la inflación que haya, sigue siendo el mismo.

Bajo este nuevo esquema que estamos proponiendo, si los ingresos son mayores a los estimados, el gasto automático podría aumentar en igual medida, pero el gasto discrecional se mantendrá igual.

Por lo cual si el aumento en la recaudación es transitorio el Estado podrá ahorrar, lo cual implicará la destrucción de pesos, y por ende la revalorización del peso o la cancelación de deuda.

Y si el crecimiento económico es sostenido y en consecuencia el aumento de los ingresos es estructural, el Estado va a poder devolverle a la sociedad ese ahorro en reduccion de impuestos, tal como nos hemos comprometido.

Por otro lado, si la economía no crece y los ingresos son menores a los estimados, caerá también el gasto automático y reduciremos el gasto discrecional en la misma proporción con lo cual, esta vez, será el sector público y no el privado el que absorberá eventuales recesiones.

En resumen, nuestra metodología presupuestaria va a lograr 3 objetivos inéditos.

Va a garantizar el equilibrio fiscal, terminando con el castigo de la deuda y la emisión.
Va a obligar al estado a hacerse cargo y absorber el costo de eventuales recesiones.
Para los períodos de abundancia como serán los años que vienen, va a obligar a devolver el exceso de recaudación a la sociedad a través de la baja de impuestos.
Esto quiere decir que, de mantenerse esta metodologia de acá en adelante, no sólo podremos ir reduciendo impuestos, sino también el tamaño del Estado, que es la verdadera presión impositiva.

Rol del Estado
Para que esto sea posible, en la Argentina nos debemos un debate honesto acerca de qué se tiene que ocupar, y de qué no, el Estado nacional.

Nos hemos acostumbrado a pensar al Estado nacional como una niñera, que se tiene que hacer cargo de todo, desde darle de comer hasta entretener a cada argentino.

Pero cuando un Estado se arroga tareas que no le competen, termina por incumplir las responsabilidades fundamentales que sí le corresponden.

Así llegamos a un Eestado que en el afán de cumplir todos los supuestos deseos de sus ciudadanos, nos terminó legando 50% de pobreza, el retorno del analfabetismo, tasas de criminalidad siderales, un entramado energético que no soporta 4 días de calor seguidos, Fuerzas Armadas abandonadas y sin capacidad de respuesta, una Justicia trágicamente lenta y hospitales públicos sin insumos que no pueden curar a nadie.

Mientras tanto, se dilapidaron miles de millones de pesos en recitales a los que iban 300 personas, medios publicos al servicio de los militantes, rutas que no conducían a ningun lado y se pasaban el día promulgando leyes que oscilan entre ridículas, inútiles y nocivas...

Como dijo Cicerón, el gran legislador romano, “cuanto más se acerca el colapso de un imperio, más estúpidas son sus leyes” y vaya que Argentina ha colapsado.

Y lo peor de todo, nos dejó un sistema en el que el 70% del gasto público se va en gasto social de distinto tipo.

Esto que durante años ha sido aclamado como un éxito por todo el arco político, no indica otra cosa más que una tragedia humanitaria, porque significa que más de 20 millones de argentinos no se pueden sostener por sus propios medios si no es con la ayuda del Estado.

Si alguien cree que esto es algo deseable déjenme decirles que están equivocados.

¿Les parece que esto es ajeno a que el Estado realice tan pobremente sus tareas esenciales?

Por eso es hora de volver a las bases y barajar de nuevo algunas definiciones.

Lo fundamental que tiene que hacer un Estado nacional es asegurar la estabilidad macroeconómica y el imperio de la ley. Punto.

Cualquier otra cuestión puede resolverse a través del mercado, o es competencia de los gobiernos subnacionales.

Para ser mas claro, lo desgloso en partes:

¿Qué es estabilidad macroeconómica? Que no haya déficit fiscal y comercial, que haya estabilidad monetaria y cambiaria. y que, en consecuencia, no haya inflación.

Y que al no haber inflación haya acceso al crédito privado, y que en consecuencia las personas, las familias, y las empresas, puedan recuperar el cálculo económico, la capacidad de proyectar y, en definitiva, recuperen el futuro mismo.

¿Qué es el imperio de la ley? Seguridad, para proteger a los ciudadanos de posibles ataques de otros ciudadanos a su vida y su propiedad. justicia para dirimir imparcialmente en los conflictos entre ciudadanos y castigar a quienes infringen la ley y defensa, para protegernos de posibles conflictos con otros países, o amenazas externas.

Repito: cualquier otra cuestión puede resolverse a través del mercado, o es competencia de los gobiernos subnacionales.

El futuro
Bueno, así como el déficit es el corazón del problema, la reducción del gasto para lograr superávit va a estar en el centro de la solución.

¿Por qué? Porque es el único camino para devolverle a los argentinos el fruto de su trabajo, que hoy el Estado le roba con impuestos.

Dicen las sagradas escrituras que en el antiguo Egipto, los judíos eran obligados a dar un quinto del fruto de su labranza al faraón, y que los cuatro quintos restantes lo podían disponer como quisieran.

Imagínense lo mal que están las cosas, para que incluso los esclavos de ayer hayan pagado menos impuestos que los hombres libres de hoy.

El superávit va a hacer que la deuda sea sostenible. La sostenibilidad de la deuda va a bajar el riesgo país, y abaratar el costo financiero, contribuyendo al aumento de la inversión y el ahorro y en consecuencia al crecimiento económico y del salario real.

A su vez implicará menor presión fiscal futura sobre los contribuyentes, lo que significará mayor incentivo para invertir.

En una economía globalizada, y aún más desde la existencia de Internet, el capital se ha vuelto nómade.

Hoy cualquier persona puede abrirse una cuenta en Estados Unidos o en Paraguay, sin moverse de su casa y lo hacen buscando mejores condiciones fiscales que las que ofrecemos nosotros.

Por eso es imperativo que Argentina vuelva a ser atractiva para los argentinos. Tenemos que terminar con esta pulsión por expulsar el capital de nuestros compatriotas con impuestos prohibitivos, que lo único que hacen es reducir el flujo y el tamaño de nuestra economía, castigando al país en su conjunto, con más pobreza y más exclusión.

Queremos que las empresas argentinas vuelvan a ser competitivas para que puedan contratar a más trabajadores, pagarles mejores sueldos y así frenar el éxodo de capital humano que vivimos hace más de 20 años.

Hay que amigarnos de una vez con la idea de que lo mejor para un trabajador es un empresario que invierte.

Pero la única forma de multiplicar la cantidad de empresas es sacándoles la mano del bolsillo y liberándolos del infierno de regulaciones, permisos, y costos altísimos que tiene la actividad privada en este país.

Para llegar a ese punto nos hemos propuesto el plan de reformas estructurales más ambicioso de toda la historia argentina.

El cual inició con el decreto 70/23, siguiendo con la aprobación de la Ley Bases sancionada por este Congreso, y continua con todas las desregulaciones que anunciamos a diario, sumado a los proyectos de ley que seguiremos enviando a este congreso.

Gracias a esta mega reforma del Estado que hemos emprendido, estamos alcanzando niveles de libertad económica similares a los de Alemania, Francia o Italia.

En menos de un año de gestión, con viento y marea en contra y vamos en rumbo firme y decidido a ser el país más libre del mundo.

8. La política

Sin embargo, incluso si todo saliera como pensamos, esta guerra que llevamos adelante

contra el gasto público y el costo argentino se pelea en todas las dimensiones del Estado, también las jurisdicciones provinciales y municipales.

Por eso, a los gobernadores les digo: cumplir el compromiso de bajar el gasto público consolidado a 25 puntos del PBI requiere que las provincias en su conjunto, hagan un ajuste adicional de US$60.000.000.000.

Nosotros ya hemos cumplido nuestra parte del acuerdo. Ahora faltan ustedes.

Los argentinos a lo largo y ancho del país saben perfectamente bien, que por cada peso que dejen de gastar las provincias y los municipios, se lo podrán devolver en bajas de ingresos brutos u otras tasas

Si cumplen con este mandato popular, los argentinos de bien estarán agradecidos.

Y hay algo que estoy seguro que los argentinos no les van a permitir y es que cuando el Estado nacional elimine o baje un impuesto, ustedes quieran ocupar ese espacio subiendo los suyos.

No va a caminar. Los argentinos son un pueblo rebelde y cansado de las avivadas de los políticos. estamos viviendo un momento bisagra en la historia argentina. no lo subestimen.

Por último, quiero hablarle a los integrantes de este Congreso: es un momento bisagra en la historia de nuestro país.

No aparecen seguido momentos donde se puede cambiar el curso de la historia. si fuera fácil no estaríamos hoy en donde estamos.

Por eso tenemos la oportunidad -más que la oportunidad, la obligación- de aprovechar este momento. porque recuerden, cuanto más nos sumergimos en el fondo del mar, más hay que nadar para salir a flote.

Pero el único camino hacia arriba es terminar con el déficit fiscal, bajar el gasto público, eliminar impuestos y confiar en el ejercicio de la libertad de los argentinos.

Si hacemos las cosas bien, vamos a vivir en un país con estabilidad económica, donde planificar un proyecto de vida, formar una familia, o emprender para tener un negocio rentable, va a volver a ser una realidad.

Si hacemos las cosas bien, encabezaremos los rankings de libertad económica del mundo.

Si hacemos las cosas bien, tendremos un país donde el Estado va a volver a ser un sirviente de sus ciudadanos, y no ya su amo y señor, como decía Milton Friedman.

Si hacemos las cosas bien, vamos a revertir el siglo de humillación al que se condenó injustamente a la sociedad argentina.

Por eso, integrantes del Congreso de la Nación, la presente hora política nacional les ofrece dos opciones:

O hacemos exactamente lo contrario a lo que venimos haciendo hace más de 100 años y nos dejamos de hundir.
O seguimos haciendo lo mismo, dejamos todo como está, y mantenemos este sistema putrefacto que empobrece todos los días a los argentinos.
Esos son los 2 caminos. sepan ustedes, miembros de este Honorable Congreso, que la decisión de qué lado de la historia quieren permanecer es suya. Luego será la ciudadanía quien los coloque en la avenida de los justos, o en la esquina de los mezquinos que apostaron contra el país y su gente.

Confío en que este honorable Congreso Nacional debatirá el proyecto de presupuesto nacional con la responsabilidad y seriedad que nuestra situación actual requiere.

Que Dios bendiga a los argentinos, y que las fuerzas del cielo nos acompañen.

Muchas gracias.

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