UN MÁSTIL Y UN BALDE SIRVIERON PARA TENER SEÑAL WIFI Y TRAFICAR DROGA EN PLENO CHACO SALTEÑO

Un baqueano del chaco salteño dirigía una importante organización narcocriminal. Para obtener señal de Internet y comunicarse con sus complices, uso a un mástil, una cuerda y un balde.

JUDICIALES 27/05/2024 El Expreso de Jujuy El Expreso de Jujuy
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En su última operación de tráfico, el acusado estuvo al frente de un transporte de 181 kilos de cocaína, por el que fue condenado a seis años y medio de cárcel. 

El caso sorprendió por el ingenio articulado para sortear dificultades propias del campo, como la instalación de un mástil con un balde, en el que subían un teléfono celular para captar señal de Wifi y así poder enviar y recibir mensajes a otros integrantes de la banda.

El Tribunal Oral Federal N°1, integrado por la jueza Marta Lilina Snopek (presidenta), Federico Santiago Díaz y Mario Marcelo Juárez Almáraz, condenó el 16 de mayo pasado a Héctor Daniel Pereyra a una pena de 6 años y 6 meses de prisión por el delito de transporte de estupefacientes agravado por el número de intervinientes.

La sentencia se suma a la de su primo, Damián Pereyra y su sobrino, Nicolás Echazú, condenados por el mismo delito a las penas de 6 y 4 años y 6 meses de prisión respectivamente, en el marco de un acuerdo de juicio abreviado que fue homologado el 6 de este mes por el mismo tribunal de juicio.

El caso fue investigado y llevado a juicio por Casos Complejos de la Unidad Fiscal Salta, a cargo de Ricardo Rafael Toranzos, quien destacó la labor de la auxiliar fiscal Carolina Aráoz Vallejo, tanto en el ámbito investigativo como de litigación.

Pereyra fue juzgado por comandar un transporte de 181 kilos de cocaína, el que fue descubierto el 12 de septiembre del año pasado en la ruta 53, a la altura del paraje Corral Quemado, a pocos kilómetros de la localidad de Padre Lozano, ubicada entre Embarcación y Hickman, en el departamento General San Martín, hecho por el que se le formalizó acusación el 19 de septiembre de 2023.

La droga fue hallada en un doble fondo de una camioneta Mitsubishi, la que fue volcada y abandonada. El rodado era conducido por Echazú y otro integrante de la organización, quienes se dirigían al cruce de Pichanal, paso previo a llegar a la capital salteña.

La hipótesis expuesta y acreditada en el juicio, indicaba que Pereyra obtenía la droga de Bolivia, previa negociaciones con proveedores en Salvador Mazza. Una vez que tenía el producto, lo trasladaba a Buenos Aires, para lo cual utilizaba distintos vehículos, tanto para la carga como para hacer de “coche puntero” y evitar así los controles de las fuerzas de seguridad.

La investigación se inició el primero de febrero de 2023 a partir de un informe remitido por la Unidad de Reunión de Información de Gendarmería Nacional Salta, la que dio cuenta de la participación de Pereyra en maniobras de tráfico de drogas, como así también se describía el uso de la camioneta Mitsubishi para tales fines.

Gracias a las tareas de campo e inteligencia, se pudo establecer luego que el acusado, aparentemente, se habría separado de otra banda que operaba en la región del litoral y decidió armar su propia organización delictiva, a la que sumó a su primo, su sobrino y otros dos cómplices más.

Apodado como “Nepo”, registraba dos domicilios. Uno, es un rancho ubicado en el puesto El Dichoso, en el paraje de Barrancas Coloradas, distante a unos 28 kilómetros al sur de la localidad de Alto La Sierra, en Santa Victoria Este.

Allí, en la planicie del Chaco salteño, Pereyra se las ingenió para diagramar el traslado de la droga. Según lo ventilado en el juicio, en lugar vivía con su mujer y cuatro hijos. Tenía 100 vacas, una camioneta y la vivienda contaba con energía provista por paneles solares. El puesto más cercano, Las Juntas, donde hay una escuela, a la que iban sus hijos, está ubicado a unos 8 kilómetros.


Señal de Wifi


Aunque pareciera un paisaje desolador, en el rancho había un elemento que no pasaba desapercibido. Se trata de un mástil de unos 10 metros de altura, del cual cuelga una soga con un pequeño balde de metal, artefacto que no guarda ninguna relación con la actividad rural del lugar.

Este aspecto fue descripto por los gendarmes que investigaron el caso, quienes explicaron que, dado lo inhóspito de la zona, era muy difícil captar señal de Wifi, por lo que habían construido el mástil para enviar y recibir mensajes, para lo cual usaban el balde.

En el interior depositaba el celular con el mensaje que querían mandar, luego lo izaban hasta la punta del mástil, esperaban unos minutos y lo arriaban, para así conocer la repuesta. Los mensajes, obviamente, estaban vinculados a la actividad de tráfico.

Contrariamente a lo precario de este sistema, el acusado había implementado el uso obligatorio de dos aplicaciones (Wickr Me y Surepot) para enviar mensajes vinculados al tráfico de la droga, ya que dichas plataformas borran los mensajes una vez leídos.

Pese a estas previsiones, la fiscalía pudo valerse de un gran cúmulo de pruebas, casualmente, de las pericias realizadas a los teléfonos secuestrados, como así también del informe confeccionado respecto a los impactos de las antenas de telefonía, lo que ayudó a confirmar los movimientos de los acusados.

De esta manera, se pudo reconstruir no sólo el derrotero de Pereyra respecto al transporte de los 181 kilos de droga, sino también de otros tres viajes más, los que tenían en común el mismo trayecto: desde el norte de Salta a Buenos Aires, lo que reforzó la hipótesis fiscal.

En los transportes, Pereyra solía hacer de “coche” puntero extra, lo que hacía con su camioneta Toyota Hilux. Los roles de transportista y barrido de la ruta, en tanto, se repartía entre su primo y su sobrino, siendo la Mitsubishi la más usada para el traslado de la carga, lo que, en definitiva, le jugó en contra.

Hipótesis criminal


En los alegatos, la auxiliar fiscal dio por acreditada la responsabilidad penal de “Nepo” Pereyra, ya que “las pruebas desarrolladas en el debate” no dejaron dudas de su intervención “preponderante” en la planificación y ejecución del transporte frustrado por el vuelco de la camioneta, la que obtuvo de un amigo, quien cayó detenido en Santiago del Estero en abril del 2023, también por un delito de la ley de drogas.

Entre otros de las pruebas sobre las que ratificó la acusación, Aráoz Vallejos se refirió a las intervenciones telefónicas, ya que las mismas demostraron diversas comunicaciones mantenidas por los acusados en torno al tráfico del tóxico.

En una de ellas, Echazú, refiriéndose al riesgo de ser transportista, le dice a Damián Pereyra que “no es lo mismo ir con el tío Nepo adelante, que ir manejando eso (la droga), ya vas a ver…el día de mañana te prendes en eso y vas a ver. Y bueno, yo voy a tener que seguir nomas hermano no queda otra”.

Sobre la camioneta, a la que también llamaban “la culochato”, la fiscalía probó que Echazú había sido autorizado a conducirla desde el 24 de mayo de 2023, según el Registro del Automotor, lo que se corroboró mediante un diálogo, en el que Damián le dice a su primo: “bueno, lo importante es que ya la tenemos a la gris, ya. Bueno lo importante es que ya está ya”.

El rol de “Nepo”, como “coche puntero”, en tanto, fue acreditado por la fiscal con otro diálogo mantenido con su primo, a quien indaga sobre su posición. “¿Ya han llegado a Saravia?”, para luego ordenarle: “métanle pata, ligerito ahí están tomando gaseosa los milicos al costado”.

De las numerosas escuchas, la que más complicó a Pereyra fue un diálogo que tuvo con su primo después de enterarse de que la camioneta Mitsubishi había volcado, fecha en la que las comunicaciones del acusado se habían disparado.

Nepo, refiriéndose a Echazú, quien conducía el rodado accidente, le pregunta a Damián: “¿vos vas a buscarlo?”, a lo que contesta: “si yo estoy yendo, yo voy a buscarlo. Para ese lado están”, circunstancias en que le da la siguiente orden: “bueno decile a Nico, que no me eche la culpa a mí. Que no andaba trabajando para mí”.

Esta postura evasiva del acusado al verse ya acorralado, fue remarcada por la fiscalía, aunque aclaró que a “Nepo” no sólo le importaba no quedar vinculado a la camioneta y sus socios, sino también recuperar la carga que transportaba.

Esto quedó acreditado en varias comunicaciones. En una de ellas, mantenida con otro cómplice, indaga para saber si había ido alguien al lugar del vuelco, a lo que le ordena: “ah…estate ahí nomás vos…”, por si llegan “particulares”.

Luego vuelve a preguntarle sobre el rodado: “está lejos”, a lo que le responden que el lugar era cerca de la localidad de Padre Lozano, tras lo cual expresa: “entonces voy a cincharla pues y la sacamos”. Ese interés se refleja en varios llamados más con otros puesteros de la zona, con quienes negoció, por un lado, que mantuvieran refugiado a Echazú y ayuda para rescatar la camioneta y, con ello, el cargamento que llevaba.

Por último, la fiscal resaltó las imágenes de las cámaras de video ubicadas en la rotonda de Pichanal, en la que se ve a la camioneta siniestrada, al igual que los otros vehículos utilizados por la organización en las fechas de los viajes que la fiscalía logró reconstruir.

“Pudimos reconstruir cuatro viajes, en los cuales Pereyra tuvo un rol clave, pues viajaba como puntero, con la tarea de alertar a sus otros secuaces sobre la presencia de controles”, sostuvo la fiscal, quien también resaltó el hecho de que “más allá de su apariencia rudimentaria, en realidad, tenía un manejo claro de la tecnología, suficiente como para instrumentar el uso de aplicaciones sofisticadas en el uso de celulares”.

Sus argumentos, en definitiva, fueron compartidos por completo por el tribunal de juicio, el que no sólo declaró penalmente responsable a Pereyra, quien fue condenado a cumplir una pena de seis años y seis meses de prisión efectiva, modalidad que la defensa intentó revertir por la de arresto domiciliario.

En esa discusión, la fiscalía se mantuvo firme ante los planteos vinculados al supuesto desamparo de los hijos del acusado, cuyos cuidados estarían en riesgo dado que su pareja atraviesa problemas de salud, cuadro que no fue probado de manera suficiente, como así tampoco se especificó el rol imprescindible que asumiría el imputado, en caso de acceder a ese beneficio, lo que llevó a los jueces a mantener el cumplimiento efectivo de la pena.

Al término del debate, en tanto, la fiscal destacó el sistema acusatorio por la efectividad de sus herramientas investigativas, las que en este caso permitieron llegar a la médula de una organización que, como muchas en la zona de frontera, habían echado mano de mucho ingenio para ocultar su accionar delictivo.

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