Manuel Eduardo Arias: UN PATRIOTA ENTRE LAS LUCES Y SOMBRAS DE LA HISTORIA  

Por Gustavo Álvarez - El presente artículo fue escrito por el Licenciado en Humanidades y Ciencias sociales Gustavo Álvarez quien luego de la edición anterior de Foro Patriótico donde rondamos reiteradamente sobre el tema, se contactó para solicitarnos la posibilidad de una réplica. El Foro Patriótico, como es costumbre, habilita el debate e intercambio de ideas.  

CULTURA 16/06/2022 El Expreso de Jujuy El Expreso de Jujuy
manuel arias homenaje

En este año 2022, las propuestas de conmemoración del Bicentenario de su paso a la inmortalidad han suscitado entre algunos divulgadores de la historia un interesante debate en torno a la figura de Manuel Eduardo Arias, uno de los jefes militares que entre 1814 y 1822 se destacó en la “guerra gaucha” y fue un importante protagonista de la lucha por la Independencia en territorio salto-jujeño. Arias, un hacendado de la serranía de San Andrés, se desempeñó como capitán de milicias bajo las órdenes de Martín Miguel de Güemes principalmente en la zona que iba desde Humahuaca hasta Orán. Su eficaz desempeño militar en la región le valió el ascenso al grado de Coronel y una condecoración de propio Manuel Belgrano. Pero a partir de 1819 los testimonios históricos lo ubican en franca oposición al Gobernador Güemes, lo que culminará con su insubordinación ante la autoridad del héroe salteño. 

Puede ser útil para una mayor comprensión de la controversia que existe en torno a este personaje histórico, tomar en cuenta algunos otros elementos de análisis, basados en documentación de la época. Estos datos nos permiten abordar con más precisión la interpretación de aquel complejo período en el que, al mismo tiempo que se libraba la lucha contra las fuerzas realistas, existía en el bando patriota un complicado entramado de conflictos suscitados en gran parte por los diferentes proyectos políticos en pugna. 

Por un lado, la insubordinación de Arias y su posible adhesión a una asonada revolucionaria que intentaría destituir a Güemes en 1819, debe ser contextualizada dentro del creciente clima de oposición política al Gobernador salteño que existía en aquel momento. Cierta tradición historiográfica redujo esta oposición a Güemes únicamente a una cuestión económica, identificando al opositor partido de la “Patria Nueva” con los intereses comerciales de los pudientes salteños y su rechazo a las “contribuciones forzosas” a que este los sometía. 

Sin embargo, conviene recordar que tanto la “Patria Nueva” como el partido favorable al gobernador (conocido como la “Patria Vieja”) representaban a dos sectores con proyectos políticos disímiles, en los cuales “se advertía cierto matiz en pugna de la democracia de Güemes, a la aristocracia republicana de los otros. Pero en ambos, un sano patriotismo y un amor al terruño no desmentido” en palabras del historiador salteño Atilio Cornejo. El antagonismo político de la “Patria Nueva” formaba parte del progresivo rechazo y “alejamiento de quienes sostenían aspiraciones autonómicas y republicanas frente al centralismo porteño que en 1819 había logrado elaborar un proyecto constitucional, aceptado por Güemes, que favorecía la posibilidad de establecer un sistema de gobierno monárquico para las Provincias Unidas de Sud América”, explica la historiadora Sara Mata.

No hay elementos para considerar el movimiento opositor a Güemes como ant-independentista, más bien todo lo contrario: los miembros de la “Patria Nueva” se identifican totalmente con el proyecto independentista sanmartiniano, como bien puede apreciarse en los documentos de la época. Ello permite entender por qué tanto Arias como otros acusados de conspirar contra Güemes son considerados por los miembros de la “Patria Nueva” como “beneméritos defensores de la Patria”: desde su pensamiento político, el enfrentamiento a Güemes forma parte de su defensa de la patria. Confundir su oposición política al Gobernador salteño con una oposición al proyecto independentista y patriota es al menos una interpretación parcial que no refleja adecuadamente los testimonios históricos de la época.

El propio Güemes parece haber considerado a Arias solo como opositor político, y bajo ningún aspecto como traidor a la causa patriota ni como responsable de atentar contra su vida. Esto se sostiene en el hecho de que frente al presunto alzamiento de 1819 para destituirlo como gobernador de Salta del que Arias es acusado anónimamente como partícipe, se determinó el fusilamiento de los cabecillas Pablo Soria y Mariano Benítez (sentencia que finalmente no se hizo cumplir). En cambio Arias solo fue “confinando” en Tucumán, destino común de muchos de los opositores políticos de Güemes. 

Es precisamente a partir de este confinamiento en Tucumán que Arias termina enrolado en las tropas tucumanas y actuando bajo las órdenes del Gobernador Bernabé Araoz en la guerra civil (o “guerra intestina” como se la nombró en la época) entre Salta y Tucumán. En este sentido, también conviene tener en cuenta que la oposición entre ambos gobernadores y la tan poco mencionada guerra que Güemes encaró contra Araoz fueron en realidad el “campo de contienda de los conflictos político-militares de Aráoz y Güemes, quienes dirimían el liderazgo en la región”, según expone el historiador Raúl Armando Bazán. 

Conviene señalar aquí que, aunque alguna tradición histórica fuerza la interpretación de la oposición de Araoz a Güemes, haciéndola aparecer como contraria al proyecto independentista, los documentos de la época permiten otra perspectiva. De los distintos testimonios documentales a este respecto elegimos solo uno por su claridad y contundencia: cuando el 29 de junio de 1821, luego de la muerte de Güemes, el general español Pedro de Olañeta está todavía posesionado de la Gobernación de Salta, Bernabé Aráoz envía al Diputado José Serrano a entablar negociaciones según instrucciones precisas. Aráoz le indica a Serrano que si “propusiese el citado señor general [Olañeta], algún medio que parezca contrario a la libertad e independencia que han jurado sostener y defender las provincias de la Unión, lo rechazará firmemente, haciendo valer para desviarle de dicho propósito todos los fundamentos y razones posibles (...). Para el caso de insistir en dicho medio el general, insistirá también el diputado en rechazarlo por su parte, y sólo podrá proponer una suspensión de armas por el tiempo de seis meses o un año, debiendo evacuar la provincia de Salta, y replegarse a sus antiguas posesiones”. 

Estas instrucciones y otros muchos documentos muestran con claridad meridiana que la política de Bernabé Aráoz, de quien Arias es en ese momento subordinado, exigía el reconocimiento de la libertad e independencia de las Provincias de la Unión y condicionaba un cese temporal del fuego solo una vez cumplida la evacuación de las fuerzas realistas del territorio salteño. También en este caso, es necesario ajustar las interpretaciones a los datos históricos y señalar que en su participación en el conflicto entre Salta y Tucumán, ni Araoz ni Arias renunciaron ni traicionaron el proyecto independentista. 

Es importante recordar que aunque en general existía en el bando patriota una absoluta unidad en torno a la idea de independencia y a la ruptura de la dependencia con España o cualquier otra metrópolis, no existía la misma unidad a la hora de concretar la organización política de la nueva nación. Las propuestas de constitución administrativa iban desde aspiraciones tan contradictorias como una monarquía incaica o española hasta una república federal o unitaria, lo que explica conflicto que suscito la imposición desde Buenos Aires de la Constitución de 1819. Ni siquiera el plan independentista de San Martín, quien para 1821 habría de proponer para el Perú una monarquía regida por un príncipe español, se veía libre de estas disputas y lejos de suscitar adhesiones univocas, fue rechazado abiertamente por ejemplo, por los republicanos peruanos. Así, la decidida adhesión de Güemes y de muchos patriotas al proyecto libertador de San Martin, suscitaba no pocas controversias a la hora de traducirse en un proyecto político, ya que entraba en conflicto con algunas de las aspiraciones republicanas y de los principios liberales del aquel momento.

Finalmente, no deberían obviarse los testimonios documentales que expresamente prueban que poco tiempo después de la muerte de Güemes, en noviembre de 1821, Arias retoma la lucha contra las fuerzas realistas desde su puesto de vanguardia en Humahuaca. Cuando las tropas españolas intentan ingresar nuevamente al territorio salto-jujeño, el Teniente Gobernador de Jujuy, Agustín Dávila ordena a Arias convocar a sus milicias y “marchar con toda prontitud a atacar al enemigo, procurando quitarle al enemigo (sic) el ganado tomado. Esta Comandancia confía en la vigilancia de Ud. y sus buenas disposiciones al feliz éxito de este primer ensayo, en que no dudo escarmentará a los atrevidos tiranos, como lo ha acostumbrado, pues la Patria exige a sus hijos los últimos esfuerzos de su valor”. El día 25 de mayo de 1822 Arias informa al Gobernador Dávila las previsiones tomadas, habiendo hecho “circular las órdenes conducentes a la reunión de la gente para realizar la expedición que se prepara contra el común enemigo”, despejando cualquier duda sobre su desempeño en contra las fuerzas realistas.

El propio testimonio de Manuel Eduardo Arias es concluyente. Enredado en la trama de un nuevo capítulo del enfrentamiento que desde antiguo existía entre Salta y Jujuy, Arias es acusado por el gobierno salteño de ser “enemigo del orden público y de la Patria”. El mismo Arias se defiende de tales acusaciones cuando el 22 de mayo de 1822 escribe al Cabildo jujeño: 

“La impostura, la perfidia y la negra envidia, han sido siempre las causas que han perseguido al hombre honrado. Mis servicios y los sacrificios que tengo hechos por la causa de la Libertad, son demasiado notorios y constantes a V. S., pero ni éstos, ni su notoriedad, me han librado de los tiros que sin intermisión me han dirigido la perfidia, la intriga y la malicia. El señor Gobernador actual de la Provincia [Gorriti] me ha supuesto, en prosecución del odio que me profesa, de que estoy vendido a los liberticidas. Mi sangre ha sido vertida, por varias ocasiones contra esos tiranos, de cuyas resueltas ha tenido la patria, un día de gloria. Sería yo un criminal si no me vindicase de tan horrorosa calumnia y acaso habría perdido el mérito que me han granjeado mis servicios para con V. S., y para con todos los americanos (…) es justo que recele de un gobierno que no ha perdonado los medios de la intriga y la fuerza para apoderarse de mi persona”. 

El día 15 de junio de 1822, un día antes de su muerte, el Cabildo de Jujuy es el que reconoce el compromiso de Arias en la lucha por la Independencia, y le dirige una misiva en la que le encomienda que “obre cuanto le dicte su incorruptible patriotismo”.

Estos y muchos otros testimonios documentales no dejan margen para seguir sosteniendo que Arias defeccionó de la causa patriota, lectura que ha sido erradamente impulsada en base a una falsa dicotomía histórica: presentar el enfrentamiento político a la ideas de Güemes como una traición al proyecto independentista, lo cual como queda expresado en los documentos presentados, es una falacia. De hecho, muchos de los principales opositores a Güemes son reconocidos hoy como eximios patriotas y prohombres de nuestra independencia, como es el caso de Facundo de Zuviría, Teodoro Sánchez de Bustamante, o el Canónigo Juan Ignacio Gorriti, entre otros. 

Más allá de su lamentable enfrentamiento, Arias y Güemes junto a muchos otros patriotas fueron parte de aquella generación heroica de hombres que pusieron sus vidas al servicio de la causa común de la Independencia. Pero que sin embargo, no pudieron evitar que sus diferencias políticas y los distintos proyectos e intereses que encarnaban los llevaran al enfrentamiento, lo que como sabemos culminó en infructuosas guerras civiles durante casi cincuenta años. 

Una mayor comprensión de esta perspectiva puede servirnos para evitar vernos envueltos en estériles y anacrónicos enfrentamientos entre distintos abordajes a los hechos, inspirados muchas veces en una interpretación dicotómica de la historia. En este sentido es imprescindible superar las simplificaciones al explicar el período histórico Independentista, simplificaciones que nos llevarían irremediablemente al infantilismo de ver esos conflictos como enfrentamientos entre “buenos y malos”, entre santos canonizados y villanos herejes, entre héroes y traidores. Y que son a todas luces, interpretaciones insuficientes a la hora de comprender aquel complejo período histórico.

Lic. Gustavo Álvarez - Orán, Salta, mayo de 2022.

 

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